Del taita Arguedas y otros temas peruanos
Por. Jorge Ita Gómez
El escritor y poeta pallasquino Bernardo Rafael Álvarez, en el año del Bicentenario patrio, aborda con fundamentadas razones y de manera esclarecedora en los cinco capítulos a saberse Del taita Arguedas y otros temas peruanos (Lima, 2021), un conjunto de ensayos enjundiosos referidos primordialmente a la trascendencia de la obra de nuestro amauta y al influjo de las lenguas originarias quechua y culli en el devenir histórico de nuestro ámbito geográfico y literario.
Así tenemos en "El taita Arguedas" (capítulo I) que inicia este libro de temas peruanos, una revisión somera de la cosmovisión andina del novelista andahuaylino echando mano a otros ensayos (de Vargas Llosa y más) respecto de lo más representativo del conjunto de su creación, entre las que destacan las emblemáticas novelas del autor de Todas las sangres y Los ríos profundos: "memoria autobiográfica del indigenismo contemporáneo", en palabras del hispanista José Carlos Rovira.
"Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua", recordaría en octubre de 1968 en su discurso de recepción del premio Inca Garcilaso de la Vega. Utopía arcaica o no, "Arguedas no solo hubiera querido que lo andino se mantuviera, sino que llegara a imponerse. Ese sueño fue parte importante de su drama y esencia de su ficción literaria".
"En temas quechuas", (capítulo II) por ejemplo, refiere Rafael Álvarez, consultor también en temas idiomáticos, que al expresar ciertos términos en español, que es un idioma más "egocéntrico", el quechua resulta más solidario y afectivo porque centra su interés en el prójimo. Hecho que de por sí lo ennoblece como la redacción y sustentación en quechua de la tesis de la magíster Roxana Quispe Collante para su doctorado en Literatura Peruana y Latinoamericana.
Esclarece además ciertas dudas acerca de la escritura, significado o la acepción de libro o "maytu" y ciertos vocablos tales como "tratanakuy o k'aminakuy" respecto de insultarse o tratarse mal; como ocurre con el origen de la palabra cebiche o el verbo "catipar" (averiguar mediante las hojas de coca); o mejor aún si el nombre de la Ciudad Imperial o llamada también "Ombligo del Mundo", se escribe o debería escribirse con "z" o con "s".
Mención aparte merece en este acápite la breve novela innovadora de giros lingüísticos y escritura diglósica castellano-quechua, Huámbar Poetastro Acacautinaja (1933) de Juan José Flores, quien apelando al monólogo interior e interpolando descripciones, ensayos, reflexiones filosóficas, Sardaniel Huámbar le cuenta situaciones de su azarosa vida y tórrido romance con Aledaida a su amigo Tuertone, mientras beben aguardiente. Escrito con el único propósito de divertirse: sí, entretenerse burlándose de nosotros dando rienda suelta a su agudeza de ingenio con altas dosis de humor, sarcasmo irreverente y desenfado desacralizador.
"La lengua culli" (capítulo III) alcanzó a hablarse en gran parte del territorio norte del país, desde Pallasca hasta Cajamarca y en algunos pueblos de nuestra Amazonía, mucho antes de la llegada de los incas, que igual que los españoles procuraron extinguirla, pero sobrevivió, noticia el autor. Tal fue su influjo que ni el propio César Vallejo estuvo ajeno a él, como se evidencia a modo de herencia o rezago de esa lengua ancestral en su poesía, los vocablos Irichugo, Tayanga (LHN) y poña (PH).
"Pallasquita linda" (capítulo IV). Hidalga tierra de los "chupabarros", de donde es oriundo nuestro dilecto paisano, en el que como hombre de leyes plantea sus consideraciones históricas y jurídicas respecto de la fundación (2 de enero de 1857) y celebración del aniversario del distrito de Pallasca (Ancash), que significaría "hijo ajeno" o "hijo entregado, donado". Bautizado también como "Balcón del cielo" o "Alforja del diablo" es un pueblo de callecitas angostas para juntar a la gente y no para distanciarlas. Linda pallasquita de don Moshe Huerta.
"Luis Pardo" (capítulo V). Apodado "El bandolero", es un mítico personaje chiquiano, que nos hace recordar a los igualmente legendarios Robin Hood y Pancho Villa. Dice su mejor biógrafo de él que "Carecía de inclinaciones literarias". Me lo imagino ahora mismo montado en brioso caballo, bajo cielo añil serrano, aguzándose los bigotes de charro, revólver al cinto gritando a viva voz: ¡A luchar por la justicia!; malahierba o poeta popular, héroe del pueblo o villano contumaz, acometiendo mil y un tropelías a campo traviesa, en nombre de su "dulce (amor) Andarita": Donjuán corazón de melón, alma de malagua.
Escritor pallasquino Bernardo Rafael Álvarez
José María Arguedas: laprensa.peru.com
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