Ramiro Velazco Bustinza
Siempre le dije a Roberto Chale, mitad ruego, mitad broma, cuando compartíamos redacción en otro diario: “Te voy a llevar a Puno para que dirijas al Alfonso Ugarte y lo regreses a la Profesional”.
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Y su respuesta siempre fue también mitad verdad y mitad broma: “Me gustaría, pero la altura me cae muy mal y quizá me regresen con los pies adelante, en un ataúd”.
Años después, en febrero de 2017, su broma casi se hace realidad, no en Puno sino en Cajamarca primero y en Lima después. Roberto Chale, el Niño Terrible de los viejos y gloriosos tiempos y el Tío Terrible de los modernos, estuvo a punto de irse al Reino de los Cielos.
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Sin embargo, como cuando se dio a vestir de corto y en momentos muchos más complicados todavía, impuso otra vez su sello de calidad y, como en la Bombonera y en cualquier otro mítico estadio, le hizo una, dos y hasta tres gambetas a la muerte, nada menos.
Pocos saben qué le pasó. Nadie que conocía algo de la verdad decía nada en voz alta y preferían el silencio por la angustia y la pena.
Hoy, por primera, vez Chale cuenta la jugada artera que el destino le había preparado y que él afrontó con coraje y con la única e invencible razón de los hombres, la fe.
Y está listo para volver al ruedo, al rectángulo verde donde siempre fue feliz, porque Dios, afirma, “es grande” y le quiere dar otra oportunidad.
-Muchos pensaban lo peor. Decían que estabas “pedido”, incluso que los descuentos se te estaban acabando.
-Tres veces estuve por morirme, pero mírame ahora. Hoy estoy bien, totalmente recuperado, lúcido, con ganas de volver a trabajar...
-¿Qué te pasó realmente?
-La primera vez me sacaron un riñón completito, encapsulado; la segunda, tuve un problema en el estómago, me sacaron un metro de intestino; y en la tercera, me operaron del colon. Estuve fregado...
-Me imagino cómo debe sentirse uno en esa situación. Me imagino también que tuviste miedo de morir, no una sino estas tres veces y más todavía.
-No. Te aseguro que no.
-No te pases, Roberto, no eres de piedra tampoco.
-No. ¿Sabes por qué? Porque siempre estuve atendido por los mejores médicos, el doctor Blácido, el doctor Rodríguez, y porque siempre tuve el apoyo y el cariño de mi esposa, mis hijas, mi hijo y mis nietos.
-¿Llegaste a hablar con los médicos? ¿Qué te decían?
-Me decían: “Tranquilo, Roberto, nosotros te vamos a sacar de esto, tú confía en nosotros, te vamos a curar”. Y me curaron.Tuve que dejar la “U”, estaba fregado, pero había que hacerle frente al mal y eso hice. Nunca me dejé vencer, no podía perder estos partidos.
-Por supuesto que la “U” no te abandonó.
-No, no. Yo estaba dirigiendo al equipo cuando me puse mal y tuve que dejarlo, pero la dirigencia siempre estuvo pendiente de mi caso, hasta ahora.
-¿Qué te dicen los hinchas cuando te ven en la calle?
-Se admiran y se alegran al verme bien, lúcido, caminando. Me felicitan por mi recuperación, quieren que vuelva a trabajar.
-¿Y tú, qué les dices?
-Poco a poco, estoy con muchos ánimos, pero no quiero apresurarme, ya llegará.
-Hablando de cosas buenas, hemos clasificado al Mundial después de 36 años, desde el 82. Tú estuviste en México 70.
-Me alegró mucho, la selección le hizo un gran regalo al país.
-¿Cómo crees que nos irá en el Mundial?
-Espero que bien, ojalá que Paolo Guerrero llegue bien. Me preocupa su inactividad, no es fácil por la edad que tiene. ¿Sabes cuántos años tenía yo cuando jugamos el Mundial de México 70?
-No me acuerdo...
-Antes te cuento algo. En pleno Mundial sucedió el terremoto en Yungay y a nosotros nos avisaron en México. Cachito Ramírez sabía todo, no sé cómo pero sabía todo, y nos avisa: “Ha sucedido un terremoto en el Callejón de Huaylas”. A todos nos chocó, nos preocupamos, pero a Perico León se le ocurrió preguntar: “¿Tanta gente vivía en ese callejón?”. El creía que estaba en Lima, en los Barrios Altos o La Victoria, jejeje...
-Bueno, ahora dime cuántos años tenías en México 70.
-Tenía apenas 23. Cubillas tenía 21, el Cholo Sotil igual que yo, Chumpitaz, 25. Era otra cosa. La edad cuenta mucho. Pero hago fuerza para que le vaya bien a Perú. La preparación es importante y por lo que sé y leo, todo se está planificando con calma y anticipación.
-Hay varios jugadores tuyos en la selección, eso dice mucho de tu trabajo en la “U”.
-Bueno, eso lo dices tú. Sí, pues, ahí están Flores, Ruidíaz, Polo y Trauco. Casi todos debutaron conmigo y espero que les siga yendo bien y la selección haga un gran papel en Rusia 2018.
-Tú estuviste cerca de clasificar a Perú a México 86. Esa hubiera sido otra locura, como la que acabamos de vivir con el equipo de Gareca.
-Seguro que sí, se nos escapó por poco. Te cuento otra cosa. Cuando yo jugaba en la “U” en los años 60, ibamos al coliseo del Puente del Ejército a ver básquet. La “U” tenía un equipo y, aunque no me creas, ahí en el básquet, aprendí cómo marcar en el fútbol. Y así lo apliqué siempre cuando jugaba y ahora cuando dirijo un equipo. Así lo hice en la marca de Reina a Maradona, así le ganamos a Argentina aquí y estuvimos a punto de clasificar en Buenos Aires el 85.
-Bueno, Roberto, quedamos entonces en que tienes para rato todavía en el fútbol.
-Así es. ¿Cuantos años me dijiste que tiene tu papá? Sí, 92, ¿no? Vengan, vengan...
(Roberto llama a las chicas que trabajan en su casa con su señora. “Su papá tiene 92 años”, les dice. “¿Ven? Yo les voy a enterrar a ustedes y voy a vivir como el señor”, bromea y las chicas se mueren de risa. “Usted siempre bromista, señor Roberto”, le dice una de ellas).
Entonces convengamos que pronto vamos a volverte a ver dirigiendo otra vez.
-Espero que sí. pero a su tiempo, no me desespero. El fútbol es mi vida. Además, en el cielo ya hay muchos entrenadores, Marcos Calderón, Roque Gastón Máspoli, Roberto Scarone, Diego Agurto, a quien nosotros le decíamos Ciego Agurto, jejeje... Yo no tengo lugar todavía allá arriba. Mi lugar está acá, en la tierra, aquí tengo todavía mucho para dar. Estoy bien, me siento bien, y quiero seguir siendo feliz, con mi esposa, mis hijos, mis nietos, los hinchas y el fútbol. Y así va a ser.
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