Paraíso norteño: los días inolvidables de un paraíso en la costa

Escribe Erwin Valenzuela

Fotos: Marco Cotrina

Jefferson Pletickosich halló en una playa tumbesina el mundo mágico que buscaba para sorprender a su enamorada Romy Guillén en su aniversario. Había planificado el viaje al Hotel Royal Decameron de Punta Sal hace cuatro meses para hacerle esa pregunta que uniría sus vidas para siempre.  

Durante el show que todas las noches se ofrece allí, el animador hace una pausa y cientos de huéspedes miran con sorpresa al joven que se ha trepado al escenario. Empieza a sonar Melodía desencadenada, de la película Ghost, y Jefferson ya está arrodillado. “¿Quieres casarte conmigo?”, le pregunta a Romy mientras sostiene un anillo. Ella sube corriendo, lo abraza, ambos lloran y sellan con un beso una noche sin fin.  

Ellos son dos de los 22 mil turistas, entre nacionales y extranjeros, que cada mes visitan este resort, situado en el km 1190 de la Panamericana Norte, frente a mil 500 metros de mar cálido, arena blanca, palmeras y rico sol.  

El Popular llegó hasta este rincón de ensueño, el primero en el Perú bajo el sistema todo incluido. “Significa que recibes un brazalete que te da derecho a todos los servicios: bebida, comida, piscina, deportes náuticos, gimnasio, clases de baile, discoteca, etc. La idea es que solo se relaje”, precisa el gerente Maximiliano Labarca. 

Y relajarse parece ser la única opción aquí. Desde sus 301 habitaciones y 12 bungalows –la mayoría con vista al mar- el graznido de las gaviotas juguetea con el vaivén de las olas. En el exterior, 430 empleados trabajan sin descanso para complacer a los visitantes. 

Pero como para ser felices la buena comida es infaltable, en los tres restaurantes que dirige el chef peruano Héctor Almanza, 59 personas elaboran al día 2.400 manjares. “La carta es internacional temprano, pero en las noches hay cenas temáticas: italiana, francesa, marina, caribeña, peruana, mediterránea o parrillas”, detalla. 

EL ÚLTIMO TANGO 

En el corazón del hotel, una piscina de 200 metros de largo, las familias pasan un día hermoso. Al caer la tarde, una pareja de bailarines demuestra allí su pasión por el tango. Él la toma de la cintura dispuesto a todo, mientras ella se deja caer, indiferente a la rosa que su acompañante le ofrece con la boca. “Estamos juntos hace 12 años y tenemos una niña”, cuentan los colombianos Max Forero y Yaymy Meneses. Él es el jefe de actividades y ella la coreógrafa principal del hotel. 

AVENTURA MARINA 

Pero llegar a Punta Sal y no entrar el mar sería un pecado. Eso lo saben muy bien Eduardo Tamayo y Elia Mesías, quienes se han subido a un cayac para celebrar sus 18 años de pareja. “Es una aventura, ella no sabe nadar”, revelan desde la orilla los amigos con quienes han llegado desde Lima. Demasiado tarde, ya están sumergidos en la adrenalina, bajo la vigilancia de los guías. 

En la noche la diversión no distingue nacionalidades. Peruanos, ecuatorianos, colombianos, argentinos y chilenos bailan y beben sin parar en la discoteca. “En promedio son unos 40 mil cocteles diarios”, destaca Freddy Cruzado, jefe de barra.    

Es momento de volver. Al natural encanto de las playas del norte se ha sumado este mundo mágico, ideal para pasarla en familia, pero también para cumplir sueños como los de Jefferson y Romy, Maxi y Yaymy o Eduardo y Elia. Es que en Punta Sal el tiempo parece detenerse.               

DATOS

* Cómo llegar. Vía aérea de Lima a Tumbes una hora y media, tras ello por tierra una hora y 15 minutos. Si el vuelo es hasta Piura, el transporte terrestre es de tres horas.* Decameron opera 30 complejos hoteleros en 11 países del Caribe,  América y África.