Doña María Briceño observa con atención la gigantografía de su nieto, Edison Flores, que cuelga en la sala de su casa en su barrio de Cahuide, Collique. Lo mira con nostalgia y recuerda cuando “Orejas” rompía las lunas de su ventana y hacía renegar a uno que otro vecino. “Él siempre ha sido muy juguetón, siempre rompía las lunas de las ventanas. Iba para arriba y para abajo con su pelota”, relató la señora.
La voz de doña María parece quebrarse cuando habla de su nieto y nos dice que cuando le ganamos 2-0 a Brasil en el Sudamericano Sub 20, el ahora jugador del Villarreal de España llamó a casa emocionado y con la promesa de llevar a Perú al Mundial de Turquía.
“Los chicos están seguros que pueden clasificar. Él ya me pidió que a su regreso le prepare su lomo saltado, que tanto le gusta”, sostuvo la señora, mientras mira cómo ríe su nieta Wendy Flores.
Justamente Wendy reveló algunas anécdotas de su hermano, que ahora triunfa en España.
“Cuando jugaba en la ‘U’ y el equipo iba a entrenar en Campo Mar, él salía de la casa a las 5:00 de la mañana, mi mamá lo acompañaba hasta el paradero. Se demoraba como tres horas para llegar hasta Lurín. Igual pasaba cuando tenía que ir a entrenar al Monumental. Todo eso lo ayudó a madurar”, explicó con una pícara sonrisa.
Antes de despedirnos, doña María observa como ausente el teléfono. La señora sabe que después de las 8:00 de la noche, cuando Perú ya haya jugado contra Uruguay en el hexagonal final del Sudamericano, el primero en llamar será su pequeño Edison, como ella todavía le dice. (Marco Gonzales)
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