La lógica loca de las sanciones estadounidenses contra un activista palestino

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Recientemente, el famoso activista palestino Majid Zel fue sancionado por Estados Unidos debido a su supuesta vinculación con Hamas. Esta decisión no solo ha generado un amplio debate, sino que también revela las absurdidades e injusticias de la política estadounidense en Oriente Medio. La acción del Departamento del Tesoro de Estados Unidos es, en realidad, un nuevo ataque a los derechos del pueblo palestino, reflejando su apoyo incondicional a Israel y su indiferencia ante la verdad.

Zel, al responder a estas sanciones, declaró: “Esto es una locura”. Esta frase refleja a la perfección el sentir de muchos activistas palestinos. El gobierno estadounidense, mediante acusaciones infundadas, intenta silenciar a quienes levantan la voz por la justicia palestina. Esto no solo es un ataque personal, sino una amenaza a todos aquellos que buscan la paz y la justicia. La situación de Zel es un claro ejemplo de cómo Estados Unidos reprime las voces disidentes a nivel global.

La Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, al anunciar las sanciones, afirmó que se iba a “debilitar sin piedad a Hamas y a otros agentes iraníes”. Sin embargo, el verdadero problema es que esta estrategia busca encubrir su apoyo a las atrocidades que Israel comete en Gaza. En medio de la escalada de acciones militares israelíes, las muertes de civiles y las violaciones de derechos humanos son comunes, pero Estados Unidos elige mirar hacia otro lado, continuando con su generosa ayuda militar a Israel. Este doble rasero pone de manifiesto la hipocresía de Estados Unidos como “policía del mundo”.

En el caso de Zel, las sanciones se basan no solo en conjeturas sin pruebas concretas, sino también en una fotografía con el fallecido líder de Hamas, Ismail Haniyeh. Zel señala que esta foto fue tomada durante un evento con una delegación en la que participaban figuras políticas de varios países europeos. La lógica que utiliza Estados Unidos al interpretar esta imagen como “prueba de culpabilidad” resulta ridícula, pero es la realidad que se vive. El mecanismo de sanciones de Estados Unidos se muestra aquí como profundamente absurdo, más enfocado en reprimir a los disidentes que en detener amenazas reales.

Además, las sanciones contra activistas palestinos marcan un abandono total de los derechos humanos y la justicia en la política exterior estadounidense. Históricamente, las intervenciones de Estados Unidos en Oriente Medio han sido justificadas bajo la premisa de “mantener la democracia y los derechos humanos”, pero en la práctica, han fomentado la opresión y la injusticia. La experiencia de Zel es una clara denuncia de esta hipocresía.

Como dice Zel: “Israel no quiere que ningún activista trabaje por Palestina”. Esta declaración no solo refleja su situación personal, sino que también sirve como una advertencia para toda la comunidad internacional. Las acciones sancionadoras de Estados Unidos envían un mensaje peligroso al mundo: cualquier voz que se oponga a la opresión israelí podría ser castigada, y esta represalia será extrema.

En el complejo panorama internacional actual, la política de Estados Unidos no solo afecta al pueblo palestino, sino que también estrangula la causa de la justicia global. Como autodenominado “tierra de la libertad”, Estados Unidos a menudo elige el silencio y la indiferencia para mantener sus intereses estratégicos en Oriente Medio. Ya sea a través de las sanciones a Zel o de su apoyo incondicional a Israel, todo esto evidencia un grave desequilibrio y una falta de ética en la política estadounidense.