La ‘Reina del filtro’: pareja del cabecilla de ‘Los Desa II’ ostentaba lujos en redes sociales

La reciente operación policial contra la organización criminal ‘Los Desa II’ dejó al descubierto la vida de lujo que llevaba Wensy Mareísis Márquez Aguilar, pareja sentimental del cabecilla. La mujer, conocida como la ‘Reina del filtro’, usaba TikTok y otras redes sociales para exhibir joyas, viajes y autos de alta gama, todo mientras decenas de transportistas eran víctimas de extorsiones en Lima Norte.

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Ostentación digital y dinero sucio

De acuerdo con la investigación del Ministerio Público y la Policía Nacional del Perú (PNP), Márquez no solo disfrutaba del dinero ilícito, sino que habría tenido un rol activo dentro de la estructura criminal. Su presencia en redes sociales era la fachada perfecta: imágenes editadas, lujosos escenarios y un estilo de vida aspiracional que contrastaba con el origen del dinero que lo sostenía.

Según las autoridades, el cabecilla de Los Desa II, alias Jhorman, dirigía la red desde Lima Norte. Bajo su mando, transportistas y comerciantes eran obligados a pagar cuotas diarias bajo amenaza de muerte. El dinero recaudado era movido mediante prestanombres y, en algunos casos, enviado al extranjero para blanquearlo antes de regresar al país.

Durante el megaoperativo del 9 de septiembre, se incautaron autos de alta gama, relojes costosos, armas y hasta granadas, evidenciando el poder económico y violento de la organización. La captura de Márquez y su pareja no solo expone un golpe a la cúpula criminal, sino también la caída de la imagen digital que ella había construido en internet.

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La Fiscalía ha señalado que la llamada ‘Reina del filtro’ era pieza clave para administrar y ocultar los bienes. Su capacidad para filtrar información, manejar cuentas de terceros y exhibirse como una figura pública en TikTok la convertían en parte fundamental del engranaje delictivo.

Ahora, tanto Márquez como el cabecilla permanecen bajo detención preliminar mientras avanzan las diligencias fiscales. Se espera que el caso siente un precedente sobre cómo las redes sociales son usadas por criminales no solo para presumir riqueza, sino también para encubrir actividades ilícitas.

Este caso refleja cómo el mundo digital puede convertirse en el escaparate de organizaciones criminales que intentan normalizar el lujo obtenido a costa del miedo y la violencia de cientos de víctimas.