
Machu Picchu encontró en el reciclaje, la sustentabilidad y la "economía circular" el camino para su salvación. El incremento del turismo y los residuos asedian al Patrimonio Cultural de la Humanidad.
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Autoridades, pobladores y las empresas Grupo Aje e Inkaterra inauguraron una planta de tratamiento de residuos orgánicos que permitirá procesar las 8 toneladas de deshechos diarios que genera el turismo y convertirlas en biocarbón, un poderoso fertilizante que se empleará para impulsar la reforestación del parque natural que alberga la ciudadela.
Esta planta se une a otras dos que ya existen en la zona, una que transforma en biodiesel y glicerina el aceite usado por 200 hoteles y restaurantes que operan al pie de las ruinas y otra que compacta los cientos de kilos de plásticos que dejan cada día los 4,000 visitantes que acceden al área protegida del santuario.
Con este sistema, Machu Picchu pueblo será la primera comunidad en Latinoamérica en reciclar el 100 % de sus residuos sólidos y convertirlos en "un recurso en lugar de un problema" y su población en "un modelo de ciudad sostenible", apuntó Jorge López-Dóriga, director ejecutivo de Comunicaciones del Grupo Aje, multinacional peruana dedicada a las bebidas.
La UNESCO amenazaba con quitar a Machu Picchu de las Maravillas del Mundo por el problema que tenían con sus residuos pero ya han encontrado la solución para enfrentar el problema de la contaminación ambiental.
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