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César Acuña: ¿críticas a su candidatura esconden prejuicios y discriminación?

Es el candidato de la raza distinta en el Perú del eterno futuro diferente.Tiene plata como cancha en un país de misios. Es cholo, pero no sano y sagrado, según aseguran sus rivales.Tiene sus anticuchos como Alan, Toledo y Keiko. Habla peor que el “Puma” Carranza y lee tanto como Ollanta.Su alumna de la César Vallejo trabaja en la NASA y él para en la Luna de Paita, dicen en las redes sociales.

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Por Jorge Paúcar 

Es el candidato de la raza distinta en el Perú del eterno futuro diferente. Tiene plata como cancha en un país de misios. Es cholo, pero no sano y sagrado, según aseguran sus rivales. Tiene sus anticuchos como Alan, Toledo y Keiko. Habla peor que el “Puma” Carranza y lee tanto como Ollanta. Su alumna de la César Vallejo trabaja en la NASA y él para en la Luna de Paita, dicen en las redes sociales.

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“Es mejor el cianuro que pensar en Acuña como presidente”, afirma sin anestesia César Hildebrandt, siempre en sus trece. 

Por estos días es la piñata preferida de sus adversarios. Le sacan sus trapitos sucios, intentan destruirlo con los más duros calificativos, pero él sube como la espuma en la intención de voto, semana a semana. Algunos sondeos lo ubican ya en segundo lugar para pesadilla del Señor del ego. 

Tiene que trabajar aún más si quiere demostrar que da la talla para presidente. No solo bastan los avisos y paneles publicitarios, sino que debe presentar un plan de gobierno coherente y prepararse para no aparecer en más memes, tal como ocurrió después que participó en CADE.  

Pero, ¿es tan nefasto para el país un tipo como César Acuña o es que, detrás de las críticas a su persona, se esconde un aire de discriminación a un candidato del Perú no oficial?

César Acuña, candidato presidencial del 2016.

De la derecha e izquierda lo ven como un cholo impresentable. “Encima es feíto”, señalan algunos. Cuando quieren atacarlo en el corazón, le dicen que su universidad es de medio pelo y que el examen de admisión para ingresar a esa casa de estudios es más fácil que la tabla del 1.  

Vale la pena darse una vuelta por la sede de la Vallejo en la Panamericana Norte, a pocas cuadras de El Huaralino, para entender por qué el chato de Chota ha pegado tanto en los sectores bajos. 

Ese ejército de estudiantes, que esperan tener una profesión en una universidad que sus padres pueden pagar, es su capital. La Vallejo no es la Pacífico pero para ese gran sector de la población  es su Harvard. Ese es el éxito de Acuña. Democratizó la educación en el Perú emergente, ese país que a muchos les cuesta aceptar y comprender. El hijo del rey de la papa o la hija de la reina de la chatarra, estoy seguro, estudian en su universidad. 

Hace poco le pregunté al candidato de la raza distinta si se sentía discriminado y me dijo que no. “En el Perú no valoran el éxito. A un señor que sale de abajo no le perdonan que haya triunfado en la vida”, asegura. 

Acuña ha pegado en el electorado porque hay una identificación con su historia de vida. La gente lo ve como uno de ellos. En ese Perú no oficial todos sueñan con ir a una universidad y alcanzar el éxito. Y el candidato de la raza distinta ha trabajado bien con las aspiraciones y sueños de ese nuevo país, de esa gente que a diario empuja esa mototaxi llamada Perú. 

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