Tony Montana y sus escándalos dejan en la calle a trabajadores y hasta a su familia

María Aybar

 Los presuntos nexos de Gerald Oropeza López con el narcotráfico, alcanzaron a su familia, en especial a su madre, hermana, parientes y trabajadores que de la noche a la mañana, se quedaron literalmente en la calle al ser incautados el local y bienes de Sergero SAC. 

 Es que en la mañana de ayer, un fuerte contingente policial llegó al local de la cuadra 6 de la Av. España para cumplir con la orden de descerraje y allanamiento del inmueble.

Fue luego de que la División de Lavado de Activos de la Dirandro, tuviera indicios de que el Tony Montana peruano, habría usado su empresa como fachada para lavar dinero proveniente del narcotráfico.

Los peritos hallaron un desbalance patrimonial en el negocio que Gerald dirigía tras la muerte de su progenitor, Américo Oropeza.

Se comprobó que con su sueldo de 12 mil soles no podía justificar la adquisición de costosos vehículos, viajes, alhajas, fiestas y vida de millonario que llevaba.

CARGARON ANTES

La diligencia se inició a las 8:45 de la mañana y los agentes sorprendieron a los trabajadores que, inicialmente, intentaron evitar la diligencia. Por ello, la policía tuvo que entrar por una puerta lateral.

El local de cuatro pisos, donde funcionan oficinas administrativas y el almacén de Sergero, fue minuciosamente revisado.

Las autoridades, sin embargo, no hallaron toda la logística de la empresa. Según los vecinos, durante la madrugada, vieron sacar cajas y objetos.

La diligencia se prolongó hasta avanzadas horas de la noche y en camiones fueron cargados lustradoras, aspiradoras, trapeadores, sogas y otros.

FUE ILEGAL

El abogado de la empresa,  Javier Huamán, dijo que la diligencia fue ilegal porque no fueron notificados. 

Confirmó que el local estará incautado mientras se presenten los documentos que demuestren que los bienes adquiridos por la empresa son de procedencia lícita.

Se supo, sin embargo, que la empresa seguiría funcionando en otro local.

Los trabajadores que llegaron se dieron con la ingrata sorpresa. “Me deben mis vacaciones, mi tiempo de servicio. Ahora quién nos va a pagar”, dijo una empleada.