
Por Jorge Páucar
La renuncia de Milton von Hesse estaba cantada. Era una muerte anunciada. Si bien el ex ministro de Vivienda empezó optimista, pensando que todos iban a empujar el coche del nacionalismo, al poco tiempo se dio cuenta que, desde el interior de su partido, estaban boicoteando su candidatura.
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Tenían escasos recursos para intentar subir en las encuestas. Cuentan que con las justas había dinero para comprar unos cuantos polos para llevar a provincias. “Jamás existió un equipo de campaña, ni presupuesto, tampoco publicidad, no hubo pintas en la capital. En esas condiciones es difícil trabajar”, comentó un allegado al nacionalismo.
No sé en qué momento convencieron a von Hesse de ser el candidato del partido de Ollanta y Nadine. Cuando lo entrevisté en junio pasado, la idea de ser presidente no asomaba por su cabeza. Tampoco reunía el perfil como para librar una dura campaña como la que está empezando a calentar en estos momentos.
Es un buen profesional, un tecnócrata, pero para pretender ser presidente de un país como el Perú, se necesita mucha maña también. Lo vi demasiado suavecito como para enfrentar a tiburones de la política como Alan García, Toledo y la propia Keiko. “Yo no voy a atacar a nadie, pero tampoco seré un lorna”, me comentó en octubre.Pese a todo, parecía una carta interesante, porque traía consigo el éxito conseguido en el ministerio de Vivienda. Por ahí alguien quiso compararlo con “Techito” Bruce, pero creo que estuvo muy lejos de la imagen que se ganó el ex toledista.
El propio von Hesse declaró que no tuvo el apoyo de algunos congresistas. Pero, según cuentan sus cercanos colaboradores, la postura de Freddy Otárola terminó por tumbarse su candidatura. “Es cierto, él tiene un tema personal, familiar por el que no podía dar el cien por ciento de tiempo, pero la falta de apoyo y desgobierno fue fundamental para dar un paso al costado”, afirma una persona cercana al entorno del ex titular de Vivienda.
Le dieron la espalda a von Hesse. El primer día de su lanzamiento estaban casi todos los rostros del nacionalismo pero, en los últimos días, todos brillaban por su ausencia. Lo dejaron quemarse solo. En ello también contribuyó el poco carisma de Milton, pese a todos sus esfuerzos por humanizarse.
También es cierto que la mochila que cargaba encima y los cinco años de gobierno del nacionalismo pesaron para que su candidatura no suba en las encuestas.
Lo más seguro es que en el partido de Humala se decidan por un rostro más duro, alguien que pueda pelear con los grandazos de la campaña. Daniel Urresti ya se ofreció con lazo y todo. Abugattás también reza porque le den la oportunidad. Y Ana Jara asoma para dar la cara e inmolarse por Nadine y Ollanta. Lo único claro es que, el candidato nacionalista que sea elegido para tentar la presidencia en el 2016, no tendrá mayores posibilidades en una campaña que amenaza ser una de las más sucias de los últimos tiempos.
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